La aplicación del Mindfulness en los entornos laborales no es algo nuevo. Desde hace muchos años ha existido un gran número de programas diseñados específicamente para intervenir en las organizaciones y mejorar, tanto el clima, como la productividad laboral.
La evidencia científica que vincula al Mindfulness con beneficios físicos y emocionales ha crecido de forma exponencial en los últimos tiempos. Entre algunos de estos beneficios están: la disminución del estrés, ansiedad y depresión; una mayor regulación de las emociones; el cultivo del autoconocimiento, lo que promueve, a su vez, el autocuidado; y una mejor capacidad de ver la realidad tal cual es, lo que ayuda a que haya crecimiento y posibilidad de cambio.
Todos estos beneficios, no sólo ayudan a las personas en lo individual, dotándolos de herramientas para que pueden hacerse cargo de su bienestar, sino que también habilita a una organización a maximizar su desempeño, al generar un clima organizacional que propicie la productividad, a través del aprovechamiento de la autenticidad, sabiduría y creatividad innatas de los colaboradores.
El enfoque bottom up
Para su aplicación en las organizaciones, el enfoque habitual de estos programas es el de trabajar con la base, introduciendo al personal general de la organización a los conceptos y experiencias que los ayudan a cultivar una vida más despierta. Utilizando el anglicismo, podríamos decir que estos programas tienen un enfoque bottom up. Parten de la premisa de que el cambio deseado en el comportamiento colectivo se gesta al incidir en la suma de los comportamientos individuales.
Conforme el concepto del Mindfulness se ha venido generalizando y haciéndose mainstream, es común encontrar este tipo de intervenciones en las agendas de desarrollo de las organizaciones, no importando si se trata de grandes corporaciones o de pequeñas y medianas empresas.
Durante los últimos siete años, yo mismo he promovido programas de este tipo en la empresa de la cual formo parte. Programas de varios tipos y duración. Siempre con la intención de iniciar a mis colaboradores en los conceptos y experiencias que gravitan alrededor de una consciencia más plena.
En todos los casos, he notado cambios positivos en los participantes. En corto periodo de tiempo comienza a hacerse evidente un relacionamiento más sano con las diversas situaciones y aspectos que son parte de su vida. Por supuesto, el trabajo no es la excepción. Su actitud ante los retos y obstáculos se vuelve más sabia y propositiva. Lo mismo con el manejo de las relaciones interpersonales, sobre todo con aquellas que pudiéramos catalogar como “relaciones difíciles”. Con esto, poco a poco mejoran su calidad de vida durante las horas que destinan a la organización y, al mismo tiempo y como una consecuencia natural, se incrementa su productividad laboral.
No obstante, para que la suma de los cambios de comportamiento individual tome la masa crítica necesaria para modificar el destino de una empresa, se requiere convertirlos en rasgos colectivos visibles, que redefinan la cultura organizacional.
Lo anterior, nos plantea que lograr el cambio colectivo que se busca, utilizando este enfoque, pueda resultar un camino cuesta arriba. Sobre todo, si el cambio no se secunda en los niveles más altos de la pirámide de poder. Es decir, hasta las mejores intenciones, aquellas tales como externar los pensamientos o ideas disruptivas para la solución de algún conflicto, poner un tema sensible sobre la mesa, o, simplemente, la disposición de renunciar a un beneficio individual en pos del beneficio colectivo, pueden enterrarse en una fracción segundo ante el descrédito público de algún miembro del equipo directivo.
Es por lo anterior que sostengo mi convicción de que las intervenciones de Mindfulness no deben de hacerse únicamente bajo el enfoque bottom up. Éstas son condición necesaria, más no suficiente, para desencadenar el enorme poder transformacional del Mindfulness aplicado a la construcción de un nuevo futuro de una organización.
El enfoque top down
Basándome en la misma muestra de estos últimos siete años, he podido atestiguar el profundo impacto que tiene para una organización —e individualmente para muchos de sus colaboradores— cuando es el líder el que se trasforma, a raíz de iniciar el camino de una vida más consciente. Es decir, utilizando de nuevo un anglicismo, bajo un enfoque top down.
Éste es un enfoque que he vivido de cerca —de muy cerca, podríamos decir— pues se trata de mi propio proceso de trasformación, a partir del momento en el que conocí el Mindfulness y que incorporé en mi vida una práctica regular.
No fui yo el primero en darme cuenta de los cambios, sino aquellos con los que convivía a diario en la oficina. Me notaban más atento, amable y creativo; en definitiva, más feliz. Este cambio, lejos de quedarse en mi persona, y sin hacerlo de una manera premeditada, también trajo cambios en la experiencia laboral de mis subalternos. El ambiente se distendió, y comenzaron a sentirse con más libertad para expresarse y ser ellos mismos, lo cual generó, a su vez, una espiral positiva que terminó beneficiando a todos y mejorando los resultados de la empresa.
Esta experiencia puede resultar muy obvia. La noción de que la empresa es el reflejo de su líder es comúnmente aceptada. Sin embargo, no es fácil encontrar programas de Mindfulness diseñados bajo esta premisa.
Como pasa con cualquier comportamiento de la cabeza de la empresa, sea consciente o no, la onda expansiva de su ejemplo alcanza hasta los lugares menos pensados, pues su círculo de influencia es muy, muy amplio. Vertical y horizontalmente. La onda no sólo se transmite hacia abajo, hasta llegar a aquellos que hacen las tareas más sencillas, sino que también se extiende a las familias y círculos íntimos de todo el personal.
¿Habrá diferencias en la conversación de la mesa familiar cuando un padre o una madre tuvo un buen día en el trabajo con otra en la que él o ella tuvo que “aguantar” o “sufrir” a su superior durante toda la jornada?
Si imaginamos una empresa de 3,000 colaboradores directos, la influencia del comportamiento del líder superará fácilmente una decena de miles de personas.
El liderazgo conlleva una enorme responsabilidad social. Mucho más profunda y amplia de lo que normalmente pensamos.
Mindfulness nos ayuda a sensibilizarnos del alcance trascendente de nuestro liderazgo y a cultivar herramientas para usarlo de una manera más sabia y efectiva, no sólo a favor de la empresa, sino también para el beneficio de todos los stakeholders y de la sociedad en general.
La invitación
Por lo anterior, sirvan estas líneas para invitar a todos los facilitadores de programas basados en Mindfulness a incluir el enfoque top down en su repertorio de intervenciones. Programas que sean sensibles a las restricciones de tiempo y movilidad, a la propensión a privilegiar los resultados de corto plazo y a los prejuicios más comunes que este grupo objetivo suele tener sobre el Mindfulness. Estoy seguro de que el poder transformador de este enfoque profundizará el alcance de esa humanización de las organizaciones, por la que tanto trabajamos.
Y a los líderes empresariales que, al mismo tiempo, quieran mejorar la productividad de su empresa y el bienestar general de su personal, que este artículo sea una invitación a hacerse cargo de los efectos de su propia onda expansiva y a considerar su desarrollo personal como la herramienta de alto calibre que es. Sirva como invitación a considerar una intervención en Mindfulness para ustedes como una opción que tiene un altísimo retorno de la valiosa inversión que es su tiempo.
Por que el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás. Es la única manera.
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