El amor propio está arraigado en la forma en la que nos tratamos a nosotras mismas.
Más que una cualidad o una habilidad, el amor propio es la manera en la que nos relacionamos con nosotras mismas.
¿Eres capaz de tratarte con la misma aceptación, calidez, amabilidad y respeto con el que tratarías a un ser querido?
El amor propio es aprender, poco a poco, a re-conocernos y aceptarnos de manera incondicional; amigarnos con quienes somos y convertirnos en nuestra principal aliada.
Una de las manifestaciones del amor propio, es la autocompasión.
Según los expertos, Kristin Neff y Chris Germer, la autocompasión implica tratarnos con amabilidad, calidez y comprensión cuando nos equivocamos, fallamos o nos sentimos inadecuadas, que es cuando más lo necesitamos.
En lugar de criticarnos o convertirnos en nuestras peores enemigas, podríamos decir que la autocompasión es el “antídoto” frente a nuestra autocrítica destructiva.
En los últimos años, la investigación en este sentido ha aumentado significativamente. Hoy se sabe que el amor propio y la autocompasión están asociadas con menores niveles de depresión, ansiedad y estrés.
Las personas auto-compasivas sufren menos y florecen más, tienden a sentirse más conectadas con los demás y con ellas mismas, se sienten más satisfechas con su vida y tienen mayores niveles de bienestar.
Y, no sólo eso, las personas auto-compasivas suelen ser más resilientes, estar más motivadas frente los retos y asumir mayor responsabilidad.
Así que pregúntate: ¿te atreves a aceptarte, respetarte y quererte? Tu ser más profundo te lo va a agradecer.
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Me encantará escucharte
Bernarda