Todos hemos visto, alguna vez, la típica imagen del OVNI que, suspendido sobre una carretera que se extiende hacia el horizonte, envuelve a una persona con una especie de rayo de luz.
Con un mecanismo desconocido, el OVNI la succiona a la persona, levantándola del suelo, para llevarla consigo a otra realidad.
La persona en cuestión entra como en una especie de trance, perdiendo contacto con todo aquello que, hasta algunos momentos antes, era su vida y su mundo.
¿A qué viene todo esto en un blog de Mindfulness y bienestar?
Te estarás preguntando, ¿y a qué viene todo esto en un blog de Mindfulness y bienestar?
Viene al caso porque, haciendo una analogía, este mismo proceso sucede constantemente dentro de nuestra propia cabeza.
Nuestra mente (el OVNI), haciendo su trabajo de mantenernos a salvo, tiende a “succionarnos” constantemente, para llevarnos a tantos y tantos escenarios, sobre todas esas cosas que “están mal y que deben de ser solucionadas” (según ella).
Es decir, nuestra mente se incomoda en el momento presente, pues siente que no está haciendo su trabajo, y nos lleva a la red neuronal por defecto, que es ese estado de divagación o ensoñación auto-centrada, en el que pasamos más de la mitad de nuestras vidas.
Por supuesto, al igual que en la analogía del OVNI, cuando nuestra mente nos “succiona”, nos despegamos de la realidad.
Comenzamos a creernos que todos nuestros pensamientos son reales. Dejamos de ver las cosas como son, para verlas como queremos que sean, que no es lo mismo.
Ahora bien, cuando decimos que nuestra mente nos “succiona”, es evidente de que no se trata de una fuerza física. Simplemente, toma control de algunos procesos neuronales y se lleva nuestra atención. Este es un proceso totalmente normal e involuntario.
El puño de nuestra mente
De hecho, podemos decir que, más se succionarnos, nuestra mente nos seduce través de los pensamientos que genera. Pues somos nosotros mismos los que nos “agarramos” de estos pensamientos para quedar perdidos o atrapados en toda clase de historias y relatos imaginarios.
Nos agarramos con “el puño de nuestra mente”, haciendo uso de otra analogía.
Y esto, de hecho, es una buena noticia. Pues soltar ese agarre no depende de nadie más que de nosotros mismos. Es algo que está bajo nuestro control.
Cada vez que nos damos cuenta de que estamos perdidos en nuestros pensamientos podemos soltar ese agarre. Podemos regresar al cuerpo, a través de nuestros sentidos, y, con esto, regresar a la realidad (al suelo, en la versión OVNI).
Es decir, cuando logramos soltar nuestra constante narrativa interna y observar lo que nos rodea, sin juicios ni etiquetas, podemos ver nuevamente las cosas como realmente son.
Nuestras tres escenas favoritas
Ahora bien, ¿de qué nos agarramos?
Para simplificar la respuesta, nos gusta decir que nos agarramos de alguna de nuestras tres escenas favoritas.
La vida ideal: aquella escena sobre la vida idílica que quisiéramos tener, y en la que no habría angustias ni preocupaciones de ningún tipo. Por ejemplo, esa cabaña a la orilla del mediterráneo, en la que escribimos esa novela que tenemos pendiente, mientras sentimos la brisa el mar, que entra por la ventana.
El pasado mejorado: es aquella escena en la que, algo que no salió como nos hubiera gustado, finalmente sale bien. Por citar un ejemplo: nuestra respuesta que, en la reunión de ayer con el cliente, fue la acertada (en lugar de ese torpe tartamudeo que salió de nuestra boca). Gracias a la cual, nuestra imagen, no sólo quedó intacta, sino que se solidificó en la de aquella extraordinaria profesional que somos.
El futuro deseado: la escena en la que nos imaginamos, entrando a la fiesta de graduación de nuestra hija (que será dentro de una semana), y el vestido que traemos es el más elegante y distinguido en todo el salón.
Este tipo de escenas se repiten constantemente en nuestra mente. Como si por repasarlas en nuestra imaginación, una y otra vez, pudiéramos cambiar el pasado o asegurar que el futuro será exactamente como nos gustaría.
Mindfulness como antídoto del ONVI de nuestra cabeza
Observar nuestros pensamientos y catalogarlos en alguna de estas tres escenas favoritas nos ayuda a darnos cuenta de que estamos, simple y sencillamente, divagando. Succionados por el OVNI, pues.
Despegados completamente de la realidad y dejando que la vida nos pase de largo, sin vivirla de verdad.
Las prácticas de Mindfulness como, por ejemplo, la meditación, nos ayudan a entrenar nuestra mente para darnos cuenta cuando estamos divagando.
Nos ayudan a soltar el agarre y regresar a esta breve y maravillosa vida que nos fue dada.
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